Clásico: teotihuacanos, mayas y zapotecos:
Este periodo abarcó del 200 al 900 d.C., siglos en los que varios pueblos
alcanzaron el más alto desarrollo cultural en la historia de Mesoamérica.
En esta etapa, se acentuaron las características del periodo anterior.
Por ejemplo: la población creció y el número de ciudades también;
hubo una mayor división del trabajo, por lo que surgieron
grupos de artesanos dedicados a elaborar objetos para el
intercambio; las diferencias sociales se hicieron mayores,
tanto en las aldeas como en las ciudades; y los sistemas de
numeración, los calendarios y la escritura se volvieron más
difíciles de dominar y comprender, por lo que hubo necesidad
de que algunas personas se especializaran en ellos.
Una de las grandes diferencias del preclásico respecto
al clásico fue que en este último periodo en las ciudades se
concentraron la riqueza y el poder político. Las aldeas rurales,
en tanto, proveían de alimentos a los centros urbanos.
En las ciudades, entonces, se pudieron construir grandes edificaciones,
lo que dio al clásico otra de sus características: el urbanismo
monumental, es decir, se erigieron enormes basamentos
piramidales, como la Pirámide del Sol en Teotihuacan; el Templo
de las Inscripciones en Palenque, Chiapas; y el Templo de la
Serpiente Bicéfala en Tikal, Guatemala.
Figurilla sonriente de mujer ricamente ataviada,
cerámica del clásico.
Durante el clásico se desarrollaron en distintas regiones
ciudades de gran tamaño, con poblaciones de miles
de habitantes, como Teotihuacan (en lo que hoy es el Estado de México),
Monte Albán (Oaxaca) y Tikal (Guatemala). Estas ciudades y otras más
pequeñas tenían estrechas relaciones políticas y comerciales, además de
que establecieron alianzas matrimoniales entre grupos gobernantes.
Hasta nuestros días han llegado muestras de las relaciones entre ciudades:
sabemos que Teotihuacan tuvo alianzas políticas con los zapotecos
de Monte Albán, porque en este sitio se encontró un monumento de piedra
que representa la visita de embajadores teotihuacanos. De igual forma, los
mayas de Tikal registraron en sus monumentos la visita de los teotihuacanos
a su ciudad. Por su parte, en Teotihuacan se han encontrado productos
mayas y zapotecos, como cerámica, cuentas de jade, conchas y caracoles
marinos, provenientes de Oaxaca y del sureste mesoamericano.
Ésta es una vista contemporánea, pero en su esplendor Teotihuacan fue una
de las ciudades más pobladas de Mesoamérica, con más de 25 mil habitantes.
El dios gordo era una deidad relacionada con el ámbito
doméstico, y se representaba en figurillas y vasos trípodes.
En este periodo, Teotihuacan se convirtió en la ciudad más importante
de Mesoamérica. Estaba situada en el Altiplano Central, en lo que hoy es
el Estado de México, lo que le permitió a sus habitantes aprovechar los
recursos naturales de la cuenca del Valle de México; además tuvo acceso
a otros sitios más alejados gracias a su red de caminos. Se desconoce el
origen de sus habitantes; tampoco se sabe qué lengua hablaban, ni cuál era
el nombre original de la ciudad (el que hoy tiene se lo pusieron
los mexicas). Sus ritos estaban dirigidos a los dioses de
la lluvia y la fertilidad, posteriormente conocidos como Tláloc
y Quetzatcóatl (la serpiente emplumada).
Por seis siglos, Teotihuacan mantuvo el dominio político
y económico de Mesoamérica. Hacia el año 650 d.C., disminuyó
su poder debido al surgimiento de otras ciudades que
compitieron con ella por el control de las rutas comerciales,
así como por conflictos sociales internos.
Tras el debilitamiento de Teotihuacan otras urbes en el
centro de México comenzaron a controlar las rutas comerciales
que antes dominaba esta ciudad y alcanzaron un alto
grado de desarrollo cultural. Éstas fueron Xochicalco, del
actual Morelos, Cacaxtla en Tlaxcala y Teotenango en el
Estado de México.
Detalle de la organización social maya. Pintura Mural de
Bonampak, Chiapas (detalle de un mural).
Otra civilización que construyó importantes centros urbanos
fue la maya, caracterizada por su sistema de escritura y sus
avanzados conocimientos de los calendarios. El florecimiento
de ciudades (como Palenque, Calakmul, Copán y Tikal) fue
posible por su eficiente explotación del medio y las relaciones
comerciales entre ellas. Los zapotecos, por su parte, se distinguie-
ron por ser excelentes tejedores y alfareros. Además, al igual que
los mayas y teotihuacanos, tuvieron notables avances en escritura,
arquitectura y conocimientos calendáricos. La ciudad cumbre del
poder zapoteco fue Monte Albán (que tuvo su esplendor entre el
250 y el 900 d.C.). Tras el debilitamiento de Monte Albán, sus
habitantes se reubicaron en otras ciudades como Lambityeco y
Zaachila.
Representación de un gobernante maya.
Hacia el final del clásico, los grandes centros urbanos perdieron
poder. Se inició así una nueva etapa de la historia mesoamericana,
caracterizada por luchas entre distintas civilizaciones que buscaban
el control de las regiones de Mesoamérica.
Cocijo, dios zapoteco de la lluvia y el rayo.